lunes, 26 de octubre de 2009

º Un final

lunes, 26 de octubre de 2009

Hoy puedo mirarte una vez màs, desde el silencio de mi habitaciòn, sin sentir la màs mìnima cuota de remordimiento. Todo ha acabado. Pude notar la calma de mi alma, esa calma con que abrì mis ojos en la mañana, esa calma con que miro el interios de los màs profundos escondites de un alma amiga. Y es que nunca fuiste màs que eso. Una amistad.
Tardè un poco en asimiliarlo, lo sè, pero màs vale tarde que nunca. Ese dìa llegò. Y hoy puedo sentir ese cambio. No digo que me seas totalmente indiferente; serìa mentir. Pero ya no te quiero como antes.
Me voy. Te dejo en paz. Ya no tengo màs que hacer aqui. Serà como si nunca hubiese pasado nada, como si no hubiese existido, jamàs...
Preferì una "ruptura limpia". Sanan màs ràpido.


Terminè de leer la nota con un dejo de nostalgia.
"Todo habìa acabado" me repetì. ¿Afortunadamente? ¿Lamentablemente? Sòlo el tiempo se encargarìa de responder. Dejè la nota en la mesita de noche. Cerrè la puerta con sigilo y salì de la habitaciòn al vestìbulo. Contemplè una vez màs las habitaciones de el que habìa sido mi hogar, nuestro hogar. Tomè las llaves de mi coche, y una vez arropada, me enfrentè al frio congelador del màs crudo invierno que recuerde, quizà la misma tristeza hubiera añadido algo de temblores.
Me subì al carro, prendì el motor, comenzò a sonar la radio que èl habìa sintonizado. Me recorriò un escalofrio.
Hechè a andar por la carretera. Ya todo estaba hecho.
"Todo habìa acabado" me repetì. Rompì a llorar. "Todo habìa acabado".

jueves, 22 de octubre de 2009

Poema 20

jueves, 22 de octubre de 2009

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Escribir, por ejemplo: «La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos».

El viento de la noche gira en el cielo y canta.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.

En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.

Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.

Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.

Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.

Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.

La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.

Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.

De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.

Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.

Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.


Pablo Neruda, 1924
 
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