
Hoy puedo mirarte una vez màs, desde el silencio de mi habitaciòn, sin sentir la màs mìnima cuota de remordimiento. Todo ha acabado. Pude notar la calma de mi alma, esa calma con que abrì mis ojos en la mañana, esa calma con que miro el interios de los màs profundos escondites de un alma amiga. Y es que nunca fuiste màs que eso. Una amistad.
Tardè un poco en asimiliarlo, lo sè, pero màs vale tarde que nunca. Ese dìa llegò. Y hoy puedo sentir ese cambio. No digo que me seas totalmente indiferente; serìa mentir. Pero ya no te quiero como antes.
Me voy. Te dejo en paz. Ya no tengo màs que hacer aqui. Serà como si nunca hubiese pasado nada, como si no hubiese existido, jamàs...
Preferì una "ruptura limpia". Sanan màs ràpido.
Terminè de leer la nota con un dejo de nostalgia. "Todo habìa acabado" me repetì. ¿Afortunadamente? ¿Lamentablemente? Sòlo el tiempo se encargarìa de responder. Dejè la nota en la mesita de noche. Cerrè la puerta con sigilo y salì de la habitaciòn al vestìbulo. Contemplè una vez màs las habitaciones de el que habìa sido mi hogar, nuestro hogar. Tomè las llaves de mi coche, y una vez arropada, me enfrentè al frio congelador del màs crudo invierno que recuerde, quizà la misma tristeza hubiera añadido algo de temblores.
Me subì al carro, prendì el motor, comenzò a sonar la radio que èl habìa sintonizado. Me recorriò un escalofrio.
Hechè a andar por la carretera. Ya todo estaba hecho. "Todo habìa acabado" me repetì. Rompì a llorar. "Todo habìa acabado".