Seguía mirándote inmóvil recostado a mi lado, durmiendo como en el mejor de tus sueños de infancia, en una paz que sólo podía ser desprendida de tu rostro angelical, iluminado por los rayos de mi luna (compañera de tantas noches)... rostro que desde hace tiempo, tanto amo. Y es que ¿será posible amar a tal punto de desear hasta sus defectos?, ¿será que sólo existe en los cuentos de hadas este tipo de amor?, y que eres tu para mi, sino mi único e infinito amor. De eso estoy convencida: mi loco enamorado.
¿Qué habría sido de mi si aquella fría tarde no te hubiese visto, tu tan tranquilo conversando como tantas otras veces con tu compañero?. Claro está que nuestras apacibles vidas hubiesen continuado su rumbo, y quizás más tarde que temprano terminaríamos conociéndonos y enamorándonos como hoy lo estamos... porque de eso estoy segura: Nos Amamos. Lo veo en tus ojos cuando miran los mios. lo oigo de tu voz cuando suave y melodiosamente me lo dices al oido, lo siento en cada una de tus respiraciones que tanto me enloquecen.
Aún dormido, me concentro en tu rostro... mi mirada recorre desde tu frente hasta tu mentón... me detengo en tus labios. Tan dulces y delicados, dueños de los besos más suaves y apasionados que la tierra ha presenciado; y me los regalas constantemente, ¡todos para mi por montones!. Vuelvo a tu rostro... esta vez me sumerjo en tus párpados cerrados que esconden mi más valioso tesoro: tus ojos. Y es que fueron ellos los que de ti me enamoraron; son ellos los que me hacen confiar a ciegas en ti; y serán ellos los que quiero ver amanecer cada día de nuestras vidas.
Y aún con un rayo de luz iluminando tu rostro, me acomodo entre tus brazos, te acompaño al dormir...
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