
Me llamo Maribel.
Todos los días el despertador suena dos veces. La primera vez a las dos de la madrugada (me gusta que me interrumpan el sueño... y saber que aún me queda tiempo para seguir durmiendo), y la segunda a las 5.30 a.m para comenzar las labores.
A esta hora me levanto y me voy a la ducha, no hay como despertar con un buen baño, pero aún adormilada el agua comienza a caer sobre mi demasiado caliente, mis reflejos no funcionan ciento por ciento a esta altura de la mañana, por lo que no sé si disminurir el flujo de agua caliente o aumentar la helada.
Luego de la ducha, y de vestirme -claro-, comienzo a preparar mi desayuno.
Ya son las 6.00 a.m (¿tiempo record para una mujer?... aun me falta el maquillaje). Entonces lleno el hervidor de agua (pues luego de mi retirada del hogar, se levanta mi familia... les ahorro trabajo) y apreto el botoncito para que comience a caletar. Mientras tanto, pongo en la mesa la taza, el te, la mantequilla (no como otra cosa... me da repulsión en las mañanas), el pan, el azúcar.
Me siento y espero a que hierva el agua.
Hierve, la voy a buscar a la cocina, sirvo en la taza, dejo el hervidor en la mesa del comedor y me siento. Me doy cuenta (siempre, todos los días... nunca aprenderé) que falta el servicio: un cuchillo y una cuchara. Me molesto, me levanto, voy a la cocina, abro el primer cajón del mueble (en la mayoria de los hogares el servicio está en el primer cajón del mueble de cocina), saco lo que ando buscando, me devuelvo al comedor, me siento. Comienzo a desayunar, no sin antes prender el televisor para ver como va a estar el día atmosféricamente hablando, y así examinar mi vestimenta a ver si me pongo algo más abrigador o algo más veraniego -casi siempre me quedo como estoy-. Prendo también el notebook, una mala costumbre pegada desde el año pasado, y reviso las últimas noticias del mundo facebook. Casi nunca hay algo nuevo, apago el computador, cierro el note, y me dedico a tomar desayuno.
Entre cada cucharadita del te (que está caliente) y entre cada bocado de pan, saco el cosmetiquero y comienzo a maquillarme un poco -tampoco es una arreglada exesiva, solo es para arreglar un poco el rostro de las 5.30 a.m post-ducha-.
Comienzo a ver el reloj del comedor cada 5 minutos, y empiezo a apurar las labores. Termino tragandome el pan y quemándome la garganta con el té. Ya son las 6.20 a.m. y debo tomar la micro a las 6.30 si quiero llegar a la hora a la Universidad, que por lo demas no queda cerca de mi casa. Me cepillo los dientes, comienza a sonar el despertador de mi papá -son las 6.30-, mi grito clásico: "Familia! Son las seis y media. Para el que le interese". Casi siempre es mamá quien responde: "okey, gracias", y comienza el movimiento en el hogar.
Mi mamá se levanta y va a despertar a mi hermana -tiene que ir al colegio-. Termino de cepillarme los dientes, me despido de un beso de mamá -me da la bendición, no me voy de la casa sin ella-, y les grito a papá y Daniela: "Chau ! Nos vemos", a lo que me dicen: "Chau ! cuidate mucho, que te vaya bien".
Me despido, finalmente de la Simona -mi perrita- "Pórtate bien, cuida la casa y a la mamá".
Tomo mis llaves y salgo al frio de las mañanas. Veo a la Luna aún en el cielo, la saludo -siempre me ha gustado la Luna, me da buena suerte-. Voy hacia el paradero a mi paso habitual (camino rápido, mi mamá siempre se queja) y casi siempre cuando llego a él viene desacelerando la micro que me sirve para llegar a la estación de metro. Me subo, saludo al conductor con un habitual "Buenos días", que es respondido por él, acerco el pase escolar al cobrador, paso el torniquete y me siento.
Saco mi mp4. Me pongo los audifonos.
Comienza un nuevo día.
2 comentarios:
"me gusta que me interrumpan el sueño... y saber que aún me queda tiempo para seguir durmiendo"
Genial!!!!! me sumo.
Jjajaja !
es lo mejor del mundo...
es cmo que disfrutas aún más el dormir. =)
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